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Show you what devotion is.

La noche fue llevadera entre más pláticas y risas de por medio. Jungkook disfrutaba ese momento con el Jimin de buen humor, un ligero descanso para tanto esfuerzo por llamar su atención.

—¿Y cómo supiste que me casé con Gyuri? Invitamos a muy pocos a la boda.

Jimin balanceó su cuerpo a la par que caminaban por los pasillos del hotel hasta llegar a su habitación. Habían decidido irse del bar y seguir hablando en el camino para poder descansar después.

—Ya sabes, personas en común.

—¿Hoseok? —Jimin asintió—. Maldito.

Se encogió de hombros.

—Un día llegó y sólo me dijo que te ibas a casar —su voz se entrecortó por un momento al dar un viaje al pasado, justo a ese momento.

"Hoseok dio palmaditas en su muslo, haciéndolo fruncír su ceño.

—¿Qué? —preguntó de mal humor mientras hacía sus últimos proyectos de universidad.

—¿Sabes qué me contó Namjoon? —subía y bajaba ambas cejas.

—No, recuerda que me alejé de él para no estar cerca de Jungkook.

—Es que justo es sobre eso —frunció sus labios.

Jimin le dio una rápida mirada, dejando su lápiz caer sobre su hoja.

—¿De Jungkook?

Hoseok asintió.

Jimin tomó aire. Trataba de mantenerse alejado de todo lo que tuviera que ver con él. Intentaba no saber de su vida, pero por ser tan cercanos en amistades, siempre terminaba enterándose de todo. Su enojo seguía creciendo, aún más cuando supo que Gyuri y él empezaron una relación. De tan sólo volver a recordarlo su estómago se revolvió. Jungkook, novio de la chica con la que lo engañó. ¡Que perfección!

Dio un asentimiento con su cabeza, preparándose mentalmente para lo que fuera a decir su amigo castaño.

—Va a casarse con Gyuri. Se comprometieron el viernes.

Vio su mundo caer. Todo dio vueltas y sus oídos pitaron. En su garganta se hizo un nudo, y su estómago se cerró por completo. Incluso tuvo la sensación de que el aire de sus pulmones se había esfumado.

¿Jungkook casándose con ella?

¿A dónde se fueron los planes de su vida juntos y su boda entre ellos? ¿Sus hijos que adoptarían?

¿Ese amor sincero y eterno que le había prometido hace menos de dos meses antes de todo?

Todo se fue a la basura.

Su enojo incrementó más, se sintió traicionado, humillado. Todos sabían lo que pasó ese día, y que ella fue la tercera en discordia.

¿Cómo carajos se le ocurría casarse con ella? ¿Por qué en tan poco tiempo? A él siempre le decía que estaban muy jóvenes para comprometerse, que debían esperar para hacer las cosas bien. Comprendió que no era el indicado, y que Jungkook sólo mentía con ver un futuro por delante en la vida de ambos.

Desde ahí no quiso saber más de ese ser a quien solía amar."

—Pero sabes que no es como lo pensabas, ¿no? —el tacto en la pregunta fue la que lo hizo sonreír. Sintiéndose estúpido por creerle a ciegas.

—Quiero creer que no y que hablas con la verdad.

—Sabes que puedes preguntarme lo que quieras sobre eso —su mano fue a su mejilla, acariciándola, Jimin siguió su movimiento con sus ojos.

Jungkook no tardó en quitarla, reconociendo lo que hacía. No era que no le gustara o no quisiera, sino porque tal vez sería a Jimin a quien le llegara a incomodar.

—No tengo nada que ocultarte y todo lo que diga en verdad es sincero, Jimin. Pregúntame lo que quieras. Nada me alegraría más que dejarte en claro todo lo que pasó en estos años.

Si no fuera porque ese recuerdo volvió a su mente, probablemente lo hubiera acorralado con todas las preguntas que tuvo por tanto tiempo, sin embargo, no era el momento. No quería arruinar su humor, prefería seguir viviendo un poco más de esa ignorancia.

—Luego, Jungkook. No quiero hablar de eso ahora.

El castaño asintió no muy convencido, siguiendo su paso. Llegaron a la puerta del ascensor del lobby, su habitación era la 545, por lo que les causaba algo de pereza subir las escaleras.

Jimin oprimió el botón para el piso de arriba, mientras esperaban, ninguno pronunció palabra alguna. No sabían qué decir.

Las puerta del ascensor se abrieron, los dos entraron. Eran los únicos en este, por la altas horas de madrugada. Uno al lado de otro, sus manos rozando.

Una mirada ojiazul de reojo vio a Jimin.

—En el bar —empezó—, ¿tuviste celos de ese rubio? —sonrió divertido.

Jimin tragó con fuerza. Obviamente los tuvo al verlo encima suyo, pero no lo iba a admitir. No eran nada ni nadie para celarse.

—No.

—No te debes avergonzar por eso.

—No hubo celos de mi parte —insistió.

—Claramente los hubo. Sino no lo hubieras echado.

Jimin rodó los ojos. ¿Le reclamaba por correrlo? ¿No se suponía que en ese momento los dos estaban juntos? No tenían porque necesitar una tercera persona.

Giró sobre su eje, mirándolo a los ojos.

—Si tanto lo querías, pudiste haberte ido con él. Vete de una vez. Incluso corres con suerte y te invita a su habitación —su tono cambió, a uno evidentemente enojado. No le fue posible contenerse.

Jungkook agachó la cabeza y sonrió pasando su lengua por su paladar.

—Pero yo no quiero ir a su habitación —respondió tranquilo.

—¿No? Sólo querías pasar más tiempo con él, entonces —alzó sus cejas—. Disculpe por haberle pedido que lo dejara en paz, señor. No sabía que le gustaba su compañía —ironizó.

Jungkook lo miraba, extrañado. No conocía tanto esos celos de su parte.

—Jimin, cálmate.

—¿¡Cómo carajos me voy a calmar si me culpas de haber arruinado lo que haya sido eso con ese hombre!? Sabes, mejor me salgo de aquí antes de que me culpes por otra cosa, sirve que tú te vas a verlo. Guarda bien tu tarjeta porque ni creas que voy a ir a abrirte la puerta en la madrugada —sentenció a punto de oprimir el botón al piso siguiente, y que se abrieran las puertas para permitirle salir.

A Jungkook no le gustó la idea, pero lo que sí le gustó fue verlo enojado por alguien más. En ese modo celoso y posesivo, caprichoso.

—Tú no vas a ningún lado.

Jimin enarcó una ceja cuando la puerta se abrió.

—¿No?

Jungkook negó con una sonrisa ladina. Lo tomó del brazo, alejándolo de la puerta para tenerlo cerca suyo. Terminó contra el pecho de Jungkook, ambas palmas en su torso. Sus ojos conectados, y la sonrisa emergente de Jungkook.

—Tú no te vuelves a ir estando celoso —murmuró cerca de su boca.

Un gimoteo salió de su garganta cuando sus labios se tocaron. Mejor dicho, cuando Jungkook lo tomó en ellos, con fuerza. Como si su vida dependiera del toque de ellos.

Jimin siguió sus movimientos, permitiendo que Jungkook lo reclamara debido a la forma en que sus labios se movían, y sus manos lo tomaban de las muñecas, por encima de su cabeza.

Desesperación, era uno de los sabores de por medio. Jimin jadeó sobre él, tras sentir la lengua de Jungkook adentrarse a su boca, delineando sus labios, al punto de llegar dentro de ellos, entrelazando sus lenguas, suavemente, como si sus bocas llevaran años deseando encontrarse.

Jimin extrañaba ser besado por Jungkook. Nadie más lo hacía sentir lo que él en esa mínima acción. Jungkook extrañaba tomarlo de nuevo, en sus labios... entre sus manos. Justo como lo tenía en ese momento.

El deseo expiraba por las cuatro paredes de metal del ascensor, ese en el que se detuvo el tiempo para ellos. Jimin abría más sus labios, permitiéndole mayor acceso, mientras las firmes manos de Jungkook soltaban sus muñecas, dándole ese toque de libertad en sus movimientos. No tardó en llevarlas a la nuca del castaño, entrelazando la punta de sus dedos, pegándolo más a su rostro, prologando más el beso, evitando que este parara, pues cuando se detenían para tomar un respiro, Jimin volvía a atraerlo.

Las firmes manos de Jungkook lo tomaron de la cintura, ascendiendo por su espalda, escabullendo sus manos por debajo de la ropa, recorriendo su figura, y cada curvatura de su cuerpo.

El timbre del ascensor les dio aviso que sería abierta, a ellos no le importó en lo más mínimo, pues ni siquiera se separaron para salir de ahí. Jimin caminaba de espaldas, Jungkook guiaba su camino. Sus besos eran más cortos, pero llenos de deseo. Mordidas y lametones de por medio, robando jadeos y gemidos de cada uno.

El castaño soltó la espalda de Jimin, recibiendo una queja por la falta de contacto de sus manos calientes sobre su piel. Jungkook sonrió sobre sus labios.

—Sólo es para abrir la puerta, rulitos —su risa ronca fue la que encendió a Jimin en todos los sentidos, más de lo que ya estaba. Ese apodo le encantaba, aún más cuando lo decía tan cerca suyo, al punto de que su aliento rozara su piel.

Jungkook tanteó sus bolsillos traseros para tomar su tarjeta. Un vez entre sus manos, la deslizó con dificultad sobre el lector, Jimin le obstruía la vista para hacerlo con más velocidad de lo que pudo. Jimin fue quien lo ayudó con la perilla, empujando la puerta con su espalda para entrar a esta. Con un movimiento ágil de sus pies y cuerpo, dio una vuelta, siendo él quien seguía dandole la espalda a la puerta, y Jungkook mirando a esta.

El castaño dejó caer la tarjeta al piso, no iba a permitir que por intentar meter un pedazo de plástico devuelta a sus pantalones, su momento se arruinara. Deseaba, ansiaba estar con Jimin.

Empujó al rizado contra la puerta, azotándola y cerrándola por el golpe. Jimin enredó sus brazos en su cuello, revolviendo los cortos cabellos de su nuca. Con sus dientes, atrapó su labio inferior con una mordida pequeña, tirando de su piel.

Sus manos bajaron a las clavículas de Jungkook, hasta llegar a su pecho, donde opuso más fuerza y así hacerlo caminar de espaldas hasta que sus piernas tocaran el pie de la cama. Jungkook se sentó sin cuidado, sus manos fueron a las caderas del ojiverde.

Jimin se movió con torpeza, hasta subir a su regazo y sentarse a horcajadas.

Podía sentirlo.

Su erección presionaba por debajo suyo. Se frotó encima suyo, Jungkook tomó distancia para respirar con fuerza por su boca y ladear su cabeza. El placer comenzaba a recorrer su cuerpo por medio de escalofríos, y Jungkook necesitaba oxígeno en sus pulmones. Había olvidado lo que Jimin lograba en tan poco. Era Jimin, o simplemente que él se volvía muy vulnerable si se trataba de ese hombre a quién le pertenecía su corazón... y también su cuerpo.

Sus manos bajaron hasta tocar sus muslos, apretándolos con sus dedos. Jimin estaba por pedirle que se deshiciera de sus prendas, pero la realidad llegó a su mente como un golpe de aire.

—Jungkook —sus manos se posaron en sus hombros—. D-Debemos parar.

Jungkook negó, con sus labios yendo a su cuello, directo a dejar besos húmedos.

—¿Estás seguro que quieres parar? —cuestionó antes de dejar un primer beso por debajo de su mandíbula, pasando la punta de su lengua por su piel.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Jimin. La humedad en su cuello era culpa del pequeño espasmo en su cuerpo.

—Me lo estás poniendo difícil —murmuró.

—¿Quieres que pare? —seguía besando la misma zona, Jimin echaba su cabeza hacia atrás, dandole más accesibilidad.

Sus manos subieron hasta la parte de abajo de la camisa de Jimin, metiéndolas debajo de la tela, tocando su caliente piel con las yemas de sus dedos.

Jimin negó apretando sus labios. Jungkook formó una sonrisa ladina y llena de diversión.

—No... pares —habló en medio de un suspiro lleno de satisfacción.

—No paro, amor —besó cortamente sus labios.

Desabotonó su camisa con cuidado, mientras que Jimin no paraba de moverse encima suyo, haciendo que la dureza de su pantalón creciera más. Había puntos donde Jungkook tenía que cerrar sus ojos con fuerza para contenerse, pero, es que Jimin era su perdición.

—Dame más, Jungkook —gimió debido al contacto de ambas erecciones frotándose por debajo de sus pantalones.

El castaño lo tomó de la nuca, obligándolo a verse a los ojos.

La imagen más perfecta era Jimin en ese momento, con sus labios rojos e hinchados por sus besos y la forma en que él mismo se mordía sus labios. Sus mejillas coloradas, y sus ojos brillosos.

Los movimientos de Jimin pararon al sentir la fuerza de la mirada de Jungkook, sus pupilas dilatadas fijas en él.

—¿Quieres más? —besó en su tatuaje. Tiró la camisa rosa por algún lado de la habitación. No tardó en llevar sus manos a los pantalones de Jimin, desbotonándolos con movimientos desesperados de sus manos. Su mano entró a éstos, aún sin deshacerse de ellos. Sentía la erección de Jimin por encima de sus bóxers. Jimin gimió cerca de su oído—. ¿Así?

El rizado asintió mordiendo sus labios, encajando sus dedos en los hombros de Jungkook.

—Maldita sea, Jungkook...

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